miércoles, 14 de mayo de 2014

Carroña

Tres cuervos persiguen mi alma maldita. Como fieles perros alados vienen tras de mí, arrancados de las ramas de un árbol mustio por el hedor y la podredumbre de mi ser. A veces sus chirridos se me antojan carcajadas. Se ríen de mí. Otras parece que se quejan de que no caiga aún. De vez en cuando me vuelvo y les ofrezco mi mano para que la devoren, pero entonces retroceden, la rechazan. Me rechazan. Ellos son mi vida ahora. Mi única compañía. Mi todo y mi nada hacia un camino en el que, por fin, mi condenado cuerpo caiga rendido y mis curiosos amigos se abastezcan de él.