jueves, 4 de agosto de 2011

El sueño de una noche de invierno


Caen sobre mi almohada lágrimas secas. Gotas de agua y jabón. Burbujas sin más fragilidad que mi inflexible conciencia. Extraños recuerdos, granos de memoria perdida, se desvanecen entre mis dedos. Se deshace mi alma en lamentos de tu ausencia, y simulando una agonía se derrumba mi ánimo. Destrozadas las razones, solo queda el eco de la locura y sentirte cerca. Y si tan cerca te siento no es porque lo estés, sino por la necesidad de mantenerte a mi lado.
En momentos de desengaño, la memoria es la peor enemiga. A merced del viento dejé las ilusiones, y el vaivén del aire es un tormento que siempre me devuelve lo que es mío, como engendradora soy de ellos. Sombras extrañas se deslizan en la oscuridad, y se resbalan en el silencio las esperanzas marchitas, las vivencias lejanas. Te busco entre mis recuerdos y mis sueños, pues es el único sitio en el que puedo hallarte.
Al menos, déjame pensar en ti, es lo único que me queda.

viernes, 17 de junio de 2011

El horizonte de mi nostalgia


Revive en mí para después morir lentamente, deja que dormite el dolor donde yace la esperanza marchita.
Párteme en dos y no sentiré más pesar que el de tu partida, cuando el recuerdo de tu presencia solo es nostalgia, un olor extraviado en el tiempo y dormido en la costumbre de la pérdida. Y cuando no estés será el olvido lo más cercano a la añoranza de tenerte, pues en el horizonte invisible de mi razón no alcanzo a ver más allá de tus ojos.
Fúndete con mi destino, que ambos seáis la misma cosa, que a tu lado la eternidad se convierte en un momento efímero, en un suspiro agonizante en tus labios.

miércoles, 6 de abril de 2011

¿Destino?


Encadena mi alma a un soñar amargo, que no llegue la mañana con su risa dorada. Que las mariposas que en ella se posan no se acerquen y estremezcan mi piel. Que si su mano, por azar o ventura, se le antojase al caprichoso destino que un día acariciase la mía, no temblase más mi cuerpo que si un leve temblor agitase mi mundo.
En este silencio eterno peco de mí misma. Caigo en un merecido abismo de justicia, de fuego helado y efímero. Y con el corazón batiéndome en el pecho y el alma desgarrada, no hallo forma alguna de redimirme más que susurrar un lo siento; mis sueños se tejen de terciopelo, y son en tus pesadillas mis deseos.

Momentos


20 mg de felicidad efímera, de esperanza congelada en un tiempo que nunca fue. La ilusión de un descanso, una tregua a la vida. Busco respuestas donde solo queda silencio, acaso un murmullo constate y monótono de agua.
Ya no tengo fuerzas para soñar que sueño, para soñar con nada. Soy un desecho de mí misma y en cada esquina me tiendo una emboscada. Carezco de aquello que me hace ser persona, que me asemeja a los demás y simpatiza con ellos.
Mi alma se ahoga en frases no pronunciadas, en sonrisas truncadas, destinos furiosos.
Me he perdido dentro de mí misma y no me encuentro.

lunes, 7 de febrero de 2011

El laberinto ilusorio


Tiembla, cuando suenen las campanas de tu alma, cuando alce la voz el eco de un recuerdo. Tú, y yo. Ni tú, ni yo. La silenciosa melodía de un sueño, un deseo, un parpadeo. La brisa de tu respiración. El suave cosquillo de un suspiro.
Te miro. No me miras. No dices nada. Yo tampoco. Miro tu mano. Sigo callada. Es curioso cómo a veces los silencios dicen más que las palabras.

martes, 1 de febrero de 2011

Nana al corazón


Duérmete, corazón, en la noche silenciosa, donde los sueños rotos yacen, rendidos a la lucidez del amanecer tenebroso.
Mientras tanto, en el monte Olimpo de mi agonía, los dioses juegan al amor y los humanos carecen de valor. De un manzano verde cuelga la Venus más hermosa. ¡A mí el abismo si del sabor rojizo de su amor me hago pecadora!
Duérmete, corazón, en la noche silenciosa, que el dormido duerme también sus pesares.

sábado, 29 de enero de 2011

La tristeza


La tristeza es una hermosa muchacha vestida de blanco y negro, de mirada errante y fija alegría. Apoyada en ninguna parte, duerme en vida y vive en sueños. ¿Quién diría, mirando sus ojos negros, el sufrimiento que oculta tras los cristales de su alma? Pues si de una lágrima nace el dolor, ¿qué ha de nacer de una sonrisa amarga?
- ¿Adónde he de ir yo?- se pregunta cada día-. ¿Acaso existe un lugar para mí?- y llora el cielo en sus pupilas.
Las alas de la imaginación llenaron sus fantasías de ilusiones, y la esclavizaron a una inerte esperanza. Y ella, inocente en la vida, creyó cada palabra que le susurraba el anhelo de ella misma.
Dime, niña triste, ¿cuántas lágrimas llenaron el vacío de esta soledad tan grande? ¡Qué triste es la soledad cuando no es acompañada!
Y mirando al vacío, el eco de un llanto resuena en su interior: “¿Dónde quedaste, amor?”