martes, 1 de febrero de 2011

Nana al corazón


Duérmete, corazón, en la noche silenciosa, donde los sueños rotos yacen, rendidos a la lucidez del amanecer tenebroso.
Mientras tanto, en el monte Olimpo de mi agonía, los dioses juegan al amor y los humanos carecen de valor. De un manzano verde cuelga la Venus más hermosa. ¡A mí el abismo si del sabor rojizo de su amor me hago pecadora!
Duérmete, corazón, en la noche silenciosa, que el dormido duerme también sus pesares.

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