lunes, 1 de julio de 2013

¿Existen corazones que no estén rotos?

Mírame a los ojos una última vez. Ven, acércate a mí, despacio, lentamente (no tengas miedo), porque cada paso que das me duele en lo más profundo del pecho y, paradójicamente, mientras más cerca estás más lejos te siento. Ahora mírame de nuevo. ¿En qué me he convertido? En un ser errante. En el depósito de un corazón nómada que intenta buscar calor humano donde solo encuentra frialdad. Ahora levanta el pie. Eso es. Levántalo. Mira la suela de tu zapato. ¿Lo ves? Llevas pegado en ella el trozo de corazón que me quedaba. ¿Me lo devuelves, por favor? Tus manos son frías, mas parecen cálidas al lado del tacto de este pequeño y pisoteado trozo de corazón. Adiós. Adiós para siempre. Me doy la vuelta. Una lágrima cae sobre las sucias marcas del suelo que ahora forman mi corazón. ¿Qué hago con él? ¿Qué hago contigo? ¿Qué hago conmigo? Lo aprieto contra mi pecho y lo hundo hasta que lo noto latir despavorido. El muy idiota nunca aprenderá la lección. El amor no da vida. El amor mata. Pero es inútil las veces que se lo repita. Es sordo a la razón y fiel al sentimiento. En muchos aspectos, lo admiro, pues es valiente. Se ha levantado mil veces. Pero ahora ya no tiene la fuerza de antaño. Sin embargo, sigue siendo fiel a sus sentimientos. Ya solo me queda admitir, con todo el dolor de mi alma, esta gran verdad: hola, amor; adiós, dignidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes un corazón más fuerte de lo que imaginas

Erika dijo...

Yo creo q no :( xo es lo q me ha tocado...

Publicar un comentario