miércoles, 10 de julio de 2013

¿Qué mierda hago aquí? Escribir mierdas.

Hoy no tengo ganas de estar sola. Hoy no sé hablar con nadie. Paradójico, lo sé. El eco de unos rugidos distantes envuelven mis oídos y me retuercen el pensamiento. Son trenes. Un tren. Otro tren. Otro tren.......................... Un salto.................................. He creído reconocer sentimientos propios en ajenos, como si ya no estuvieran en mi carazón, como si se hubieran marchado y les hubiera perdido de vista para siempre. Por mucho que los busco no sé dónde se han ido. No están en ella, ni en ella tampoco, ni en él, ni en mí, ¿dónde se esconden? Quizá tan dentro de mí que no puedo hallarlos. Quizá tan lejos de mí que me sea imposible encontrarlos. Tal vez duermo dentro de una burbuja de sentimientos, y me creo libre en la cárcel a la que pertenezco, pues mis manos no alcanzan a encontrarlos y soy inconsciente a la realidad. Trato de no pensar, de dibujar arcoiris y mariposas en un lienzo imaginario sobre los cimientos incomprendidos, rotos, solitarios y vacíos de mi ser. Pero al ser los cimientos débiles, pronto ese mundo de fantasía se derrumba y caen sobre mí las ruinas de mi desesperanza. Me desespero y huyo a mundo ajenos, a lugares perdidos, a dimensiones desconocidas. Tú estás allí. Y tú. y tú. Y tú. Estáis todos. Dejad que que mi cuerpo se hunda entre los escombros de su conciencia, dejad que muera lentamente, respirando por instinto el polvo de mis amgargos cimientos pues me he dado cuenta de que no he vuelto a caer: nunca me he levantado, solo era una ilusión, un engaño a los sentidos, pero sigo tirada en medio de la calle, fundiéndome con el asfalto y soportándo el dolor de que caminen sobre mí, pisándome a conciencia, los que por allí pasen. El rugido no huye de mi cabeza. Ruge. Ruge. Ruge. Cada vez está más cerca. Se oye más fuerte, más tentador, más consolador. Un salto. Un salto. Un salto. ¡¡¡¡¡¡¡¡ERIKA, DESPIERTA, UN PUTO SALTO!!!!!!

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